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domingo, 31 de marzo de 2013

Utopias alcanzables, en economía tener en cuenta los intereses del otro y construir cooperativamente...

"El verdadero capitalista tiene en cuenta las preferencias del otro".

Las ‘mentes en red’ generan una nueva forma de economía

Internet potencia la expansión del ‘homo socialis’, muy consciente de los beneficios de la cooperación

Simulaciones informáticas sobre evolución humana, realizadas por científicos del ETH de Zurich, han revelado que el comportamiento económico individual es más cooperativo de lo que se creía: la gente teme cada vez más la tragedia de los bienes comunes y duda de recibir el mejor servicio de proveedores motivados solo por sus propios beneficios y bonificaciones. Emerge así un ‘homo socialis’, cuyo comportamiento cooperativo está siendo impulsado gracias a Internet.

Imagen: Scott Maxwell. Fuente: PhotoXpress.
Imagen: Scott Maxwell. Fuente: PhotoXpress.
         
En simulaciones informáticas sobre evolución humana, científicos del Instituto Federal Suizo de Tecnología (ETH Zurich) han constatado el surgimiento de un "homo socialis", con un grado de atención a las preferencias de otros más alto de lo que cabría esperar.
Los hallazgos realizados explicarían algunos intrigantes resultados de la economía experimental y señalan la necesidad de crear una nueva teoría económica que tenga en cuenta la existencia de una sociedad de "mentes conectadas en red".
La economía tiene un hermoso corpus teórico. Pero, ¿describe los mercados reales? Las dudas sobre esta cuestión han emergido en los últimos años como consecuencia de la crisis financiera: esta no debería haber ocurrido, si se tienen en cuenta las teorías económicas establecidas.
La tragedia se cierne sobre los bienes comunes
Desde hace mucho tiempo, estas teorías se han basado en determinados conceptos, como la hipótesis de la eficiencia de los mercados o el concepto del “homo econnomicus”, esto es, la suposición de la optimización competitiva de individuos y marcas. Se creía que cualquier comportamiento alejado de estos conceptos generaría desventajas y, por tanto, sería eliminado por selección natural.
Sin embargo, evidencias experimentales sobre economía del comportamiento han demostrado que, como media, la gente se comporta con una mayor orientación hacia la justicia y otros aspectos de lo que se esperaba. La teoría desarrollada por los científicos del ETH Zurich explica ahora por qué sucede esto.
"Hemos realizado interacciones simuladas de individuos enfrentados a dilemas sociales, en los que la cooperación de estos resultaría favorable para todo el mundo, pero en los no ser cooperativo resulta tentador", explica Thomas Grund, uno de los autores del estudio, en un comunicado del ETH publicado vía AlphaGalileo.
"En estas situaciones, la cooperación tiende a erosionarse, lo cual es malo para todos”, añade Grund. Esta situación puede provocar la tragedia de los bienes comunes, tal y como se ha visto con la pesca intensiva, la contaminación ambiental o la evasión fiscal.

La tendencia a cooperar se hereda
Dirk Helbing, coordinador del estudio, explica por su parte: "En comparación con los modelos convencionales sobre la evolución de la cooperación social, nosotros hemos hecho distinciones entre el comportamiento real - la cooperación o no cooperación - y un rasgo de carácter hereditario que describe el grado de atención a las preferencias ajenas, al que hemos definido como ‘amigabilidad’ (friendliness)”.
Por tanto, en este caso se ha contemplado el comportamiento real, que considera no solo el beneficio propio (la “recompensa"), sino también la rentabilidad del resto de los individuos que participan en una interacción, en función de la amigabilidad individual. Así se ha constatado que la amigabilidad se extiende de generación en generación, siguiendo la selección natural.
Por otra parte, en la mayoría de combinaciones de parámetros, los modelos realizados hasta ahora han predicho una evolución del "homo economicus" hacia la obtención del máximo beneficio y las preferencias egoístas, tal y como asume gran parte de la literatura económica. Para el "homo economicus" la importancia de la amigabilidad es nula. Según este concepto, los individuos buscan solo la propia rentabilidad.
El estudio actual, sin embargo, ha revelado que en realidad se producen mutaciones en este tipo de comportamientos. Para sorpresa de los especialistas, parece ser que la selección biológica da lugar a un "homo socialis" que atiende también las preferencias ajenas, especialmente si la descendencia tiende a permanecer cerca de sus padres. En tal caso, con el tiempo pueden evolucionar grupos de individuos amables, condicionados para la cooperación.
Así, si por casualidad nace un individuo incondicionalmente cooperativo, todos se aprovecharían de él y no quedaría rastro de su actitud en la descendencia. Sin embargo, si dicho individuo nace en un entorno favorable, condicionado para la cooperación, se pueden desencadenar transiciones hacia una conducta cooperativa, de manera que el comportamiento centrado en otros merezca la pena. En consecuencia, se extiende socialmente el "homo socialis".
Modificar las teorías económicas
"Este hallazgo tiene implicaciones fundamentales sobre cómo deberían ser las teorías económicas”, subraya Helbing. La mayor parte del conocimiento económico actual versa sobre el "homo economicus", pero la gente se pregunta si esta teoría funciona realmente. Resulta necesario escribir un cuerpo teórico comparable al del “homo economicus”, pero sobre el "homo socialis".
Mientras que el "homo economicus" optimiza su utilidad de manera independiente, el "homo socialis" se pone a sí mismo en el lugar de los demás, para tener en cuenta también los intereses ajenos, explica Grund.
Helbing añade que: "Esto genera algo así como unas "mentes conectadas en red". Las decisiones de todos los individuos implicados dependen de las preferencias de los demás". Este hecho cobra una especial relevancia en un mundo tan interconectado como el nuestro.
Internet y la economía participativa
¿Cómo cambiará este hecho nuestra economía? Hoy en día, muchos clientes dudan de recibir el mejor servicio de personas motivadas solo por sus propios beneficios y bonificaciones.
"Nuestra teoría predice que el nivel de atención a las preferencias de otros se distribuye ampliamente, de egoísta a altruista. La educación académica en economía ha promovido en gran medida el modelo egoísta. Tal vez, nuestro pensamiento económico tenga que cambiar radicalmente y nuestra economía deba ser ejecutada por diferentes tipos de personas", sugiere Grund.
"El verdadero capitalista tiene en cuenta las preferencias del otro", añade Helbing, "como " homo socialis" obtiene una recompensa mucho mayor”. Esto es debido a que el "homo socialis" logra superar la tendencia del homo economicus "hacia la tragedia de los bienes comunes”. La ruptura de la confianza y la cooperación de los mercados financieros en 2008 puede ser vista como un buen ejemplo de esta tendencia destructiva.
"Los medios de comunicación de las redes sociales promoverán un nuevo tipo de economía participativa, en la que la competencia va de la mano de la cooperación", cree Helbing.
En efecto, el paradigma de la economía digital de los "prosumidores", señala que Internet, las plataformas sociales, las impresoras 3D y otras novedades generarán consumidores co-productores. "Va a ser difícil saber quién es consumidor y quién es productor", afirma otro de los autores de la investigación, Christian Waloszek. "Es posible ser ambas cosas a la vez, y esto generará una perspectiva mucho más cooperativa".

 

El enigma del velo de la Verónica
En visita al santuario del Santo Rostro de Manoppello, donde según la tradición se encuentra el velo con el que la Verónica habría enjugado el rostro de Cristo en el camino del Calvario.

CIUDAD DEL VATICANO, (ZENIT.org).




El Velo en Roma
El Santuario que acoge la reliquia, conocida antiguamente como «la madre de todos los iconos», confiada a los Frailes Menores Capuchinos, se encuentra en un pequeño pueblo (difícil de ubicar en los mapas) de los Abruzos, en los montes Apeninos, a unos 200 kilómetros de Roma.
 
El Santo Rostro es un velo de 17x24 centímetros. Cuando el peregrino se acerca al velo, descubre la imagen de un hombre que sufre, por los golpes de la pasión como la que sufrió Cristo.
 
El padre Heinrich Pfeiffer S.I., profesor de iconología e historia del arte cristiano en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma, ha estudiado durante trece años este velo y ha sido el primer científico en asegurar que se trata del velo de la Verónica que antes se custodiaba en el Vaticano.
 
En el libro apócrifo de los Hechos de Pilato (siglo VI), se habla de una mujer, conocida con el nombre de Verónica, que enjugó con un velo el rostro de Cristo en el Vía Crucis.
 
A pesar de estas fuentes inciertas, que se encuentran ya en el siglo IV, según constata el padre Pfeiffer, alemán, la historia del Velo de la Verónica está presente a través de los siglos en la tradición católica. En su película «Jesús de Nazaret», la recoge el director de cine Franco Zeffirelli.
 
Con motivo del primer año santo de la historia, en el año 1300, el Velo de la Verónica se convirtió en una de las «Mirabilia urbis» (maravillas de la ciudad de Roma) para los peregrinos que pudieron visitar la Basílica de San Pedro en el Vaticano.
 
Lo confirma el mayor poeta de la historia de Italia, Dante Alighieri (1265-1321), en el canto XXXI del «Paraíso» (versos 103-111) en la «Divina Comedia».

Las huellas del velo de la Verónica se perdieron en los años sucesivos al Año Santo 1600, cuando el velo fue hallado en Manoppello.
 
Según estudios históricos citados por el padre Pfeiffer, con motivo de la reestructuración de la Basílica de San Pedro, realizada por el Papa Pablo V (1605-1621), en 1608 se abatió la Capilla en la que se custodiaba y es probable que en esa ocasión fuera robada la reliquia.
Su ubicación actual En 1618, el archivista del Vaticano Giacomo Grimaldi hizo una lista de los objetos de la antigua Basílica de San Pedro, en la que habla del relicario que custodiaba el Velo, especificando que los cristales estaban rotos.

El padre Pfeiffer explica que en el velo de Manoppello, en el margen inferior, se puede ver todavía un pequeño fragmento de cristal del anterior relicario, lo que demostraría su procedencia del Vaticano.

Según la «Relación Histórica», escrita en 1646 por el sacerdote capuchino Donato da Bomba, en 1608 una señora, Marzia Leonelli, para sacar a su marido de la cárcel, vendió por 400 escudos el Velo de la Verónica, que había recibido como dote, a Donato Antonio de Fabritiis.
 
Dado que la reliquia no se encontraba en buenas condiciones, de Fabritiis la entregó en 1638 a los padres capuchinos de Manoppello.
 
Fray Remigio da Rapino recortó los bordes del Velo y lo colocó entre dos marcos de madera de nogal. Los marcos y los cristales son los que todavía hoy conservan el velo en Manoppello.
 
Esta relación, de la que no hay otras pruebas históricas, diverge de la reconstrucción del padre Pfeiffer, narrando la historia popular de la llegada del icono a los Abruzos, en manos de un peregrino, en 1506. Hasta 1638, el icono habría pasado por varias manos. Con la creación de esta leyenda, opinan algunos de los investigadores, se podría haber tratado de ocultar el robo del Vaticano.
Estudios modernos El profesor Donato Vittori, de la Universidad de Bari, hizo un examen del velo en 1997 con los rayos ultravioleta, descubriendo que las fibras no tienen ningún tipo de pigmentación. Al observarse la reliquia con el microscopio se descubre que no está pintada y que no esta tejida con fibras de color.
A través de sofisticadas técnicas fotográficas digitales, se ha podido constatar que la imagen es idéntica en ambos lados del velo, como si fuera una diapositiva.

La iconógrafa Blandina Pascalis Shlöemer ha demostrado que la imagen de la Sábana Santa de Turín se sobrepone perfectamente al Santo Rostro de Manoppello (con más de diez puntos de referencia).


El padre Pfeiffer ha recogido las principales obras artísticas de la historia que se inspiran en el velo de la Verónica, hasta que Pablo V prohibiera su reproducción, tras el probable robo en el Vaticano, y todas parecen tener por modelo la reliquia de Manoppello.
 
El padre Pfeiffer, que este viernes estará en Manoppello con el Papa, explica: «Cuando los diferentes detalles se encuentran reunidos en una sola imagen, esta última debe haber sido el modelo de todas las demás. Todas las demás pinturas imitan un solo modelo: la Verónica de Roma. Por este motivo, podemos concluir que el Velo de Manoppello no es más que el original de la Verónica de Roma».