Brasil, sede de la Copa y de los Juegos Olímpicos En el año 2007, Brasil vivía con el optimismo de ser uno de los países emergentes que no habían sucumbido a la crisis económica que sacudió Estados Unidos y Europa. El presidente de Brasil, que en aquella época era
Lula da Silva, intentó por todos los medios que Brasil albergara tanto la Copa como las Olimpiadas. La población brasileña parecía cegada por el destacado prestigio que le fue concedido por la
FIFA y el
COI.
Según comenta José Tiago Queiróz a
Tendencias 21: "la población brasileña parecía optimista con las promesas de mejora en la infraestructura de las ciudades que iban a ser sede, sin embargo, también había desconfianza porque se temía, por otra parte, que las prácticas habituales de corrupción impidiesen tales mejoras, y los eventos se forjasen como un canal de desvío de dinero".
En el momento en que a Brasil se le nominó para acoger el Mundial no hubo duda de que el volumen de gastos sería enorme. Según Queiróz: "la mayor parte de ese dinero ha ido a parar a la construcción de estadios. Por otro lado, cada vez se acentuaron más las críticas al alto coste de la Copa, en contraste con la mejora en la calidad de la educación, el transporte y la salud".
Inflación y gastos en educación, transporte y salud La periodista Tarciana Campos comenta que el aumento de los precios en el país se da sobre todo en los alimentos y en la gasolina. Sin embargo, cree que no es posible establecer una relación directa entre el aumento de precios y la celebración del Mundial, ya que la inflación en el país latinoamericano estaba ya aumentado y sigue al alza.
En el caso de los gastos del Estado en los megaeventos, Jose Tiago Queiróz no los ve incompatibles con la mejora en la calidad de los servicios ofrecidos por la población. Para el profesor "la mala calidad en la salud, en la educación y en el transporte de Brasil no se justifica por la falta de dinero, sino por su mal uso".
En palabras del profesor en sociología de Brasil, el problema que hay en estos tres sectores es la carencia de un planteamiento a largo plazo. También sobran las medidas de emergencia provisionales, que insisten en tratar los síntomas de una gestión más bien ruin, y el hecho de tratar la propia ineficacia de la gestión como una dolencia.
José Tiago Queiróz pone como ejemplo una reforma para ampliar el aeropuerto de Fortaleza, y comenta como se contrató una empresa que fue declarada incompetente para la realización de la obra que se le encomendó. El resultado fue el gasto de millones para la construcción de una terminal provisional que pretendía atender el aumento del número de vuelos durante la Copa.
Infraestructuras sin terminar Para la periodista brasileña, Tarciana Campos hubiese sido mejor construir menos estadios que haberlos dejado sin terminar. Además, Tarciana cree que la gestión de las inversiones podrían haberse llevado a cabo de manera más transparente: "debería haber habido más diálogo con la población en relación a las necesidades de demolición de casas".
Por otro lado, Queiróz menciona que las manifestaciones populares y las críticas al mundial han servido como un mecanismo de control para las injerencias del gobierno. Para Tiago "podíamos prever que muchas de las obras no iban a estar terminadas a tiempo, a pesar de haber dinero para construirlas, y la principal explicación para el atraso de las obras son indicios de la gran facturación de las obras, así como del desvío de dinero por medio de licitaciones fraudulentas".
Un proyecto de ley antiterrorista La situación de descontento por parte de la población brasileña materializada en los altercados y en las manifestaciones multitudinarias, ha hecho que el Gobierno ponga en marcha una serie de medidas, como un proyecto que define lo que serían los crímenes terroristas, y que enmarcaría las manifestaciones. El
proyecto actualmente está en tramitaciones en el Senado.
Sin embargo, tal y como afirma Tarciana Campos, periodista de la Asamblea Legislativa de Ceará, no se está siguiendo de cerca la vía por la cual sigue el proyecto y es necesario comprobar un poco más las informaciones. Por otro lado, según Tarciana, es triste que haya procedimientos policiales que estén intentado reprimir las manifestaciones.
Según explica Queiróz, los derechos de reunión y de libertad de expresión son derechos constitucionales brasileños, por lo tanto, "esta ley acabará siendo declarada inconstitucional o inviable para el congreso".
Pero durante el Mundial está habiendo una alta presencia policial para frenar las manifestaciones contra la Copa, sobre todo cerca de las proximidades de los eventos. En los locales donde se concentran grandes multitudes, por ejemplo, señala Queiróz, "se están registrando las mochilas de los posibles manifestantes".