Salud
7 remedios naturales para la depresión
6-Life-Secrets-To-Live-Better Alicientes cotidianos que están al alcance para hacerte sentir mejor. La depresión va de la mano con los tiempos que vivimos. Aunque es una enfermedad que siempre ha existido, los valores promovidos por ejemplo desde la publicidad o desde el mismo sistema capitalista, han hecho que cada vez más personas padezcan este mal, pues hay un inagotable sentimiento de insatisfacción.
Aspectos como el éxito, o la premura de la vida citadina han provocado que las personas carguen pesos psicológicos en aumento, como el estrés, la constante insatisfacción que busca saciarse con el reconocimiento social o con el infinito consumismo, van mermando la calidad de vida en pro de supuestos que darán la felicidad.
Curiosamente, según los más sabios místicos de todos los tiempos, en realidad, esta va de la mano con el desapego y el disfrute del momento presente, es decir, aprender a valorar lo que se tiene.
Vitamina D: está presente en alimentos como el huevo, las setas y puedes obtenerla también a través del sol. Hierba de San Juan: esta planta trepadora se emplea en el tratamiento de afecciones nerviosas, como la melancolía y la tristeza. Eleva el ánimo y combate la depresión leve a moderada. Haz ejercicio: ejercitarte genera un cúmulo de increíbles reacciones en tu cerebro que te harán producir serotonina.
Selenio: lo encontrarás en alimentos como las lentejas, cacahuates, semillas de girasol, frijoles, huevo, té negro; plátanos, bayas, aguacate, el kiwi, sandía, uvas y fresas. Ácido fólico: este tipo de vitamina la encontrarás en alimentos como las espinacas, acelgas, lechuga romana, lentejas, frijoles, espárragos, brocoli y naranja.
Evita aislarte: uno de los impulsos más usuales cuando se tiene depresión es el aislamiento social, sin embargo, este te llenará de sentimientos con los que te apabullarás y dejarás de escuchar otros tipos de vista sobre la vida que en realidad podrían ayudarte.
La luz Solar: estar expuesto a ella te brinda vitamina D, que como mencionábamos antes, es vital para el estado de ánimo. Fuente: Ecoosfera...
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Muy importante
Cómo ayudar a un familiar con depresión
Convivir con una persona deprimida, es una situación muy estresante y
que si no se gestiona de manera correcta, al final, acaba pasando
factura a quien lo padece.
En la primera etapa, cuando
descubrimos el estado depresivo de la otra persona, la primera reacción,
es mostrarse cariñoso, paciente, sensible… Intentas por todos los
medios, arropar al otro y hacerle sentir que estas ahí.
Sin embargo, cuando las cosas no
mejoran, e incluso empeoran, esa reacción inicial, se quiebra. Aparece
la desesperanza, la incredulidad, la impaciencia y nuestro estado de
ánimo, empieza a verse contagiado, por el de la otra persona. Aquí
comienza una peligrosa espiral de dependencia emocional: “Yo estoy bien, si tú estás bien”.
En la etapa final, se produce un
desbordamiento y aparecen los sentimientos de frustración e impotencia.
Pensamos, que la otra persona no se va a poner bien, que no hace nada
por recuperarse y los pensamientos de tirar la toalla aparecen. Las
reacción de cariño y comprensión iniciales, dan lugar a respuestas
crispadas e incluso agresivas hacia la persona deprimida. Tu equilibrio
emocional, comienza a quebrarse y te comienzas a plantear, el continuar
con tu pareja y/o lo injusto para ti, de la situación.
Al
alcanzar esta tercera etapa, alternaremos y emitiremos diferentes
respuestas ante el estado de ánimo del otro, en función de nuestras expectativas, pensamientos y emociones.
Esta situación, llega a ser insostenible, y es importante plantearse varias cuestiones:
- Si bien es cierto, que el entorno donde el deprimido se desenvuelve, es importante, no lo es todo.
- La persona deprimida, no es culpable de su depresión, pero si es responsable de recuperarse de ella.
- No eres culpable, de que tú pareja o familiar no salga adelante. En última instancia, el trabajo de salir del pozo es solo suyo.
- Es importante, que esta persona pida ayuda profesional cuanto antes, para poder comenzar a trabajar, todas aquellas cuestiones que están reforzando el trastorno depresivo.
Una vez, esta persona inicia una terapia psicológica, tú, como pareja o familiar, sería bueno, que siguieras las siguientes indicaciones, para facilitarte las cosas:
- Entender el problema: Debes informarte acerca de que es la depresión, como funciona y como la voluntad no lo es todo, existen muchos otros factores que influyen en el desarrollo y curso de este trastorno.
- Controlar los impulsos de ira y los enfados: Si estás enfadado, porque la otra persona ha hecho o no ha hecho tal o cual cosa, no le digas lo que estas deseando decirle. Ten autocontrol y quédate con tu frustración y tu rabia, ya que esa reacción tuya, no hará, sino empeorar la situación y hacer sentir peor a la persona que está deprimida.
- Observa que pensamientos te invaden: Estos son los generadores de rabia e impotencia, “No se esfuerza lo suficiente”, “No quiere superar la depresión”, “Lo que debe hacer es…”, etc. El control y la validez de estos pensamientos en ti, dependerá, del poder que tú les otorgues. Cuestiónate la veracidad y utilidad de los mismos.
- Refuerza cada pequeño avance: Cada conducta incompatible con la depresión, por pequeña que sea (sonrisa, tomar la iniciativa de hacer algo, alguna tarea domestica, etc.), debe ser recompensada por ti, para poder mantenerla y que aumente su emisión en el futuro.
- Retirada de atención: De manera contraria, no prestes excesiva atención a los comportamientos depresivos. No refuerces su llanto, ni le preguntes que le pasa a cada instante. No lo acuses, ni lo mires mal, simplemente actúa de manera natural y refuérzale cuando el ánimo esté mejor.
- Evita los sermones: No intentes hacerle razonar, ni exigirle un cambio de actitud, será inútil y te consumirá mucha energía. No se producirá una iluminación de repente en su cabeza, ni mejorará, por mucho que le digamos que su actitud no es constructiva.
- Propón actividades: Para participar en esta área, debes estar en contacto directo, con el psicólogo que dirige el tratamiento, de cara a elegir las actividades de manera correcta y paulatina.
- Trátalo con naturalidad: No lo trates como un enfermo o un loco, ni te obsesiones con como lo estará pasando, o que puedes hacer tú para ayudarle. Lo mejor, es que te vea de manera relajada y espontánea.
- Riesgo de suicidio: Si el profesional te indica que existe riesgo de suicidio, créetelo. No mires a otro lado, o no le des importancia. Se trata de “eliminar la posibilidad”. En algunos casos, bastará con controlar, que la persona realice sus pautas terapéuticas y tome su medicación, en otros más graves, esta persona no podrá quedarse sola. Puedes hacer turnos con otro familiar o persona de confianza o bien contratar a alguien especializado en cuidar personas enfermas. El caso, es no menospreciar esta información, si así os lo hace saber el terapeuta.
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