El delicioso hijo de la cerveza y el café.
Que el mejor cóctel que ha acertado a mezclar el hombre lo inventó una cuadrilla de Bilbao, para dar salida a una partida de vino picado en unas fiestas, está fuera de toda duda. Hasta el New York Times tuvo que aceptarlo y rendirse al kalimotxo en fechas recientes. Los cursis lo llaman ‘Rioja Libre’ y hay quien se atreve a emplear crianza en vez del popular vino de cartón. Por rendir, rinden pleitesía a la perfecta mezcla de cola y vino restaurantes gourmet que lo emplean para sus reducciones y filigranas.
Pero si eres más de cerveza que de vino o más de café que de cola, no sufras: tu bebida perfecta está por llegar. Y no hablamos de la guarrindongada del Starbucks de hacer un café con sabor a cerveza.
Sino de una cerveza con aromáticos toques de expreso.
La relación entre el zumo de cebada y la célebre infusión viene de lejos. Si habéis visitado Irlanda, en algunos pubs sirven una cosa llamada Dufrain o Muddy Guinnes, que no es sino una pinta de la popular cerveza negra con un chupito de café en su interior para potenciar el regusto ya de por sí característico de esta marca.
Café y cerveza han caminado de la mano desde que el hombre se hizo sedentario y agricultor. En la edad moderna, ambas bebidas jugaron un papel importante en la socialización de las clases populares y de la burguesía: o taberna o cafetería. En los abarrotados cafés y tertulias del siglo XIX se fraguaron las revoluciones que alumbraron un mundo nuevo y, a buen seguro, las mejores charlas y conversaciones se han pronunciado alrededor de una taza de café o de una caña.
Ambas bebidas han experimentado una especialización y un resurgimiento en los últimos años. Cervecerías tradicionales, marcas autóctonas, e incluso empresas que proveen todos los utensilios para fermentar tu propia ale o stout en la bañera. En cuanto al café, el auge de las máquinas de cápsulas ha elevado la oferta de sabores hasta límites insospechados.
En Estados Unidos, sin embargo, ciertos locales están experimentando con cervezas cuyo sabor principal es el café. Nada de un toque aromático. Café espumoso y etílico aunque no se sabe muy bien si los efectos del alcohol neutralizan los de la cafeína o viceversa. De hecho, sus productores han llamado la atención de inspectores del Departamento de Sanidad que quieren comprobar los efectos de la nueva bebida.
El proceso para crear la cerveza puede variar, pero principalmente se consigue añadiendo café cuando la cebada ha fermentado y no hay altos niveles de C02 en el jugo que puedan diluir el sabor de la mezcla.
Tradicionalmente, las cervezas de café han sido oscuras stouts y porters a las que se le añadía café solo, pero esto está comenzando a cambiar y ya hay fábricas de cerveza que plantean sabores arábigos o caribeños en cervezas rubias tipo Pilsen.
Para disfrutar de toda la potencia del sabor se recomienda que estén bien frías y el empleo de un vaso adecuado. Los amantes de las múltiples marcas belgas ya saben que cada etiqueta tiene su propio vaso que potencia el sabor y hace más única la experiencia.
Algunas de las marcas que han apostado por esta nueva cerveza son la Breakfast Stout que, según dicen sus productores, equivale a un completo desayuno anglosajón: toda una bomba con un 8,3% de alcohol. O la Stone Coffe, más suave pero con mayor sabor a café solo; y la japonesa Hitachino Expresso Stout, de 7,3 grados y que también promete emociones fuertes.
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