“Los temas que trata LA IDEA DE DIOS son atemporales, por lo tanto, Ud. puede ver los más antiguos, como los últimos, porque tienen la misma enseñanza”.

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lunes, 12 de diciembre de 2011

Denuncia:
Si te llamas Daniel y cuando tu mujer no te ve te comes una parva de papas fritas con dos huevos a caballo, blancos de sal, esto es para ti...
El equipo de La Idea de Dios.


          El veneno de la sal 

[Nutrición]
Jorge Palafox:

Sin sal no puede haber vida y, sin embargo, los médicos nos advierten que su consumo elevado es perjudicial para la salud. ¿Cómo se explica esta paradoja? Pues sencillamente porque la llamada sal de mesa tiene muy poco que ver con la sal cristalina natural. La "sal de mesa" es cloruro sódico a la que en algunos casos se añade yodo y flúor y, por tanto, no es el tipo de sal que necesita el cuerpo. La sal cristalina natural no está integrada por los tres o cuatro elementos de la sal de mesa que hoy utilizamos sino por los 84 que componen nuestro cuerpo y en la proporción exacta. 
¿Cómo se explica que la sal, cuya importancia en la antigüedad era tal que se usaba para pagar a los soldados -de ella se deriva la palabra "salario"-, sea hoy considerada la causa de tan diversas patologías que se la denomina por eso, junto al azúcar refinado, los "venenos blancos"? Cómo entender tamaña paradoja? ¿Tan equivocados estaban nuestros antepasados en su apreciación? En absoluto. Lo que ocurre es que la sal de mesa actual no tiene nada que ver con la sal que se consumía en la alimentación tanto entonces como hace sólo siglo y medio. Lo que consumimos hoy con el nombre de sal de mesa es cloruro sódico al que a veces se le añade yodo y/o flúor. La sal cristalina natural, sin embargo, tanto la que procede del mar como de las montañas, contiene los 84 elementos que compone el cuerpo humano... en su proporción exacta. Abismal diferencia. Es más, poca gente sabe que la composición de la sangre que fluye por los más de los 90.000 kilómetros de nuestras venas, arterias y capilares- es prácticamente idéntica al agua salina del "mar primario", es decir, una solución con la misma concentración de elementos que tenía el mar hace millones de años, en la época en que la vida animal abandonó las aguas. Hasta el punto de que son muchos los investigadores que vienen denunciando desde hace décadas que en lugar de transfusiones de sangre -acción que conlleva hoy tantos riesgos- se puede introducir en el enfermo que lo requiere agua de mar purificada en lugar de sangre ajena. Claro que eso no permitiría el "negocio" actual que se hace con sangre humana...



PRODUCTO DE LA IGNORANCIA

¿Y por qué la industria decidió un día convertir la sal cristalina natural en simple cloruro sódico? Pues porque al analizar su contenido los científicos de la época afirmaron -con la suficiencia que acompaña siempre a la ignorancia en el ámbito del conocimiento- que los demás elementos que contenía -minerales esenciales y otros oligoelementos- eran "impurezas" innecesarias. Y como bastaba el cloruro sódico para salar los alimentos se decidió que era mejor eliminar todo lo demás. Excuso decir que cualquier parecido entre la "sal" resultante que desde entonces consumimos con los alimentos y la sal natural es inexistente. Y de un alimento que era "oro puro" porque proporcionaba al ser humano todos los elementos necesarios para su subsistencia en la proporción exacta que el organismo necesita se pasó a consumir un producto que es "veneno puro", como muy bien saben los investigadores y los médicos, especialmente nutrólogos y cardiólogos.
Y lo lamentable es que a la toxicidad del cloruro sódico hay que añadir la del yodo y el flúor, minerales que hoy se agregan artificialmente a la sal. El yodo -tóxico para el organismo en cuanto se sobrepasa el mínimo necesario- se añade porque se supone que mejora la función de la tiroides y el flúor -uno de los elementos más radioactivos que existen- porque es "bueno" para los dientes. Un sarcasmo. Sin olvidar que la sal de mesa contiene conservantes cuya declaración en los envases no es obligatoria (el carbonato de calcio, el carbonato de magnesio y los denominados E-535, E-536, E-540, E-550, E-551, E-552, E-553b, E-570 y E-572 así como el hidróxido de aluminio) para evitar que la sal se apelmace. Y, por cierto, ya que se menciona conviene recordar que el aluminio es un metal tóxico que cuando se consume en exceso se deposita en el sistema nervioso y en el cerebro. De hecho, muchos investigadores independientes a los que no se escucha vienen denunciando que podría estar detrás del cada vez más alto nivel de enfermos de Alzheimer en Occidente. A pesar de lo cual, el aluminio se sigue utilizando en la mayor parte de los envases metálicos en los que se hoy comercializan sodas, colas, refrescos y cervezas. ¿Por qué se silencia esto?


LA SAL DE
 MESA ES TÓXICAEn definitiva, entiéndalo bien: 
el cloruro sódico, componente básico de la sal refinada de mesa que la mayor parte de la gente consume, es una sustancia tóxica que sobrecarga el organismo por lo que éste, consecuentemente, se apresta a eliminarlo lo antes posible. Y quizás esté usted pensando ahora mismo que no es su caso porque no le echa sal a la ensalada, al pescado o al filete, pero, ¿se ha parado a pensar que la inmensa mayoría de los productos preparados llevan sal como conservante? Pues sepa que se trata de un problema grave porque al ser humano le bastan 0,2 gramos al día para tener cubiertas sus necesidades de sal y en Occidente el consumo medio diario por persona está entre 12 y 20 gramos (la ingesta de 40 gramos de golpe puede hasta provocar la muerte). Añádase a ello el hecho de que nuestro cuerpo sólo tiene capacidad para eliminar entre 5 y 7 gramos diarios de cloruro sódico (depende de la edad, constitución y sexo) y a nadie le extrañará que los órganos de eliminación de quien consume habitualmente sal de mesa estén constantemente sobrecargados.
Obviamente, el sodio es un mineral vital para nosotros. Sin él no es posible la vida ya que está en el líquido que baña las células. Lo que sucede es que su equilibrio con el potasio es fundamental y si se rompe puede dar lugar a numerosas patologías, incluidas las cardiovasculares, las renales, las hepáticas y, por supuesto, la hipertensión. Y la única manera de controlar ese equilibrio con seguridad es restringiendo o eliminando el consumo de la sal de mesa, como bien explica José Antonio Campoy en su libro La dieta definitiva.
SAL, SAL DE MI...

Como es lógico, pues, nuestro organismo intenta protegerse de esa sobrecarga. ¿Y cómo? Pues hidratándose. El problema es que para ello el cuerpo necesita 23 gramos de "agua" por cada gramo de cloruro sódico que no es capaz de expulsar... pero de "agua celular". Es decir, el cuerpo se ve obligado a sacrificar el agua de las células a fin de evitar el efecto negativo del cloruro sódico. Y eso hace que mueran millones de células deshidratadas con lo que, además, se forma tejido muerto que también hay que eliminar. Por eso el consumo excesivo de "sal de mesa" provoca la formación de edemas y tejido acuoso con exceso de ácido; así pues, también el exceso de sal de mesa es causa de la celulitis (lo que explica por qué la padecen personas que no comiendo apenas grasas sufren ese problema o están obesas).
Pero aún hay más: cuando el consumo es excesivo llega un momento en el que el cuerpo ya no puede dedicar a esa labor de desintoxicación más agua celular y utiliza otra vía para resolver el problema: la cristalización en huesos y articulaciones. Para ello, los aminoácidos de origen animal se unen con el cloruro sódico y se depositan en forma de cristales de ácido úrico dando lugar a la formación de piedras renales y de vesícula así como a la artritis, la artrosis y las enfermedades reumáticas.

MUY POCA ES MUCHO

LA SAL ES 
IMPRESCINDIBLE PARA LA VIDALlegados este punto hay que dejar bien claro que la sal natural no sólo no es negativa sino absolutamente imprescindible para la vida. Todo lo que hemos explicado hasta ahora se refiere a la sal de mesa refinada que nos han acostumbrado a consumir y se comercializa masivamente. Una "sal" que sólo contiene cloro y sodio además de yodo y flúor -éstos dos minerales en los casos en que se la "enriquece" con ellos-. Minerales que no están además en la proporción natural que deberían hallarse -como en el caso de la sangre- y cuyas frecuencias tampoco son las correctas ya que sus estructuras han sido alteradas en el proceso de manipulación industrial.
Es más, resulta que la mayor parte de la gente tiene carencia de auténtica sal, incluso las que están sobrecargadas de cloruro sódico. De esa sal que contiene los 84 elementos que componen nuestro organismo en una proporción concreta y cuyas frecuencias no han sido alteradas porque pertenecen a la estructura geométrica natural de la sal sin manipular que, por otra parte, es lo que permite que consigamos de ella energía vital.
EL ORIGEN DE LA SAL 
Como el lector sabe, la sal se puede obtener del mar o de las minas de sal terrestres. El problema es que hoy los mares y océanos tienen un alto nivel de contaminación, especialmente a causa de los hidrocarburos del petróleo y de la acumulación de metales pesados como el mercurio, el plomo, el cadmio y el arsénico, entre otros. Tóxicos que hacen que la sal marina, aún siendo mucho mejor que la sal refinada de mesa, no tenga ya el mismo efecto positivo que tenía antaño. De hecho, la única sal pura y completa de la Tierra se encuentra hoy únicamente en los lugares donde hace millones de años se secaron los mares primarios: las minas terrestres. En ellas está la única sal que contiene todos los elementos que se encuentran en nuestro cuerpo y, que debidamente mezclada con agua, nos ofrece toda su energía almacenada junto con su contenido en biofotones. Sólo que también en ella hay dos tipos de sal: la que compone el 95% de la mina y que no es sino "sal gema" y otra que se encuentra en forma de vetas y que tiene forma cristalina: la "sal de cristal de roca". Ambas son naturales, contienen los 84 elementos ya mencionados y, por tanto, son de mucho mayor valor que la sal de mesa industrial. Ahora bien, hay una diferencia básica entre ambas: la presión a la que han estado sometidas. Y se trata de una circunstancia muy importante. La razón es simple: los elementos que contiene la sal gema no han recibido suficiente presión y no se encuentran integrados en el cristal sino que se hallan en la superficie y en los espacios intermedios de la estructura cristalina. En cambio, en la sal de cristal de roca sí lo están. Y es precisamente ese hecho el que garantiza la disponibilidad bioquímica de los elementos para nuestras células. Piénsese que es la presión sobre los elementos que componen una determinada estructura lo que provoca que la misma se organice en un estado coloidal, algo de primordial importancia porque nuestras células sólo pueden absorber lo que existe de manera orgánica y coloidal. Ese es el motivo, por ejemplo, de que nuestro organismo no pueda absorber minerales con el agua mineral pues al ser de un grosor excesivo para nuestras células no los puede metabolizar.


MÁXIMO 5gs. AL DÍA
En suma, como los elementos contenidos en la sal gema no han recibido la suficiente presión y, por tanto, no se encuentran en estado coloidal su aprovechamiento es mucho menor que el de la sal de cristal que sí ha estado expuesta a enormes presiones durante millones de años. Obviamente, cuanto más elevada haya sido la presión más completa será la estructura cristalina generada. 
Por tanto, el cristal de roca tiene una geometría y una composición orgánica perfecta pero la sal gema no (sus elementos son de mayor grosor al no haber recibido la suficiente presión para consolidar una estructura cristalina).
¿Y dónde se encuentra la sal de cristal? Pues en forma de vetas o filones cristalinos de color blanco transparente, rosado o rojizo en las minas, rodeadas de sal gema. Vetas que suelen suponer el 1% de toda la mina y se deben además extraer manualmente -sin medios mecánicos- para no alterar su estructura por lo que su explotación ha sido hasta hoy muy limitada al ser poco rentable. Afortunadamente, ese problema se ha solventado y tanto en España como en otros países europeos ha empezado a comercializarse sal de cristal procedente de minas del Himalaya. Una buena noticia porque, según los expertos, su consumo regular puede aliviar -cuando no curar- numerosas enfermedades.
Para ello basta tomar en ayunas cada mañana una pequeña cucharada de café de la solución salina -máximo dos- mezclada con agua mineral. Teniendo en cuenta que lo importante no es tanto la cantidad como la periodicidad de la ingesta. Desde el punto de vista bioquímico, estimula en pocos minutos la actividad gastrointestinal (peristáltica) y esa activación, a su vez, estimula el metabolismo y la digestión. Además, reestablece el equilibrio electrolítico mejorando la conductividad en nuestro cuerpo con la consiguiente mejora de la circulación. Es más, como la solución salina es un medio excelente para conseguir el equilibrio entre lo ácido y lo alcalino se puede con su ingesta eliminar metales pesados como el mercurio, el plomo, el arsénico, la amalgama y los depósitos calcáreos ya que la sal cristalina es capaz de romper uniones moleculares. En suma, la ingesta diaria de sal de cristal implica someter al organismo a una verdadera cura de desintoxicación al librarle de los depósitos calcáreos, de metales pesados y de otros residuos. Y su preparación es sencilla: basta echar un poco de agua mineral en el frasco en el que se comercializa la sal en forma de rocas de cristal y en poco tiempo el agua se convertirá en una solución salina con la proporción exacta de los 84 elementos mencionados. Déjela allí ya que una vez saturada de sal los cristales no se seguirán disolviendo.


GRACIAS PROFESORA MARTA NÚÑEZ VANDERHOEVEN POR EL ENVÍO DEL ARTÍCULO