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viernes, 17 de abril de 2015

Ciencia


Explican por qué el perro es "el mejor amigo del hombre"

Investigadores japoneses descubrieron que cuando se miran a los ojos liberan oxitocina, una hormona vinculada con el apego
"El amor entre un hombre y un perro es un idilio. En él no hay conflictos, no hay escenas desgarradoras, no hay evolución", escribe Milan Kundera en La insoportable levedad del ser. En la novela, la protagonista, Teresa, llega a pensar que el amor que siente por su perra Karenin es mucho mejor que el que siente por su marido. Este sentimiento se repite en un sinfín de obras artísticas y se condensa en una frase: "Cuanto más conozco a las personas, más quiero a mi perro".
Hoy, un equipo de científicos japoneses ilumina este proceso de enamoramiento entre los perros y sus dueños: cuando se miran a los ojos, retroalimentan su felicidad liberando una hormona vinculada con el apego, la oxitocina.
Los investigadores, encabezados por el veterinario Takefumi Kikusui, metieron a 30 perros con sus dueños en una misma habitación, durante 30 minutos, y observaron lo que ocurría: miradas, caricias, voces mimosas. Y, antes y después del experimento, midieron la cantidad de oxitocina, tanto en la orina de las mascotas como en la de los amos.
Las conclusiones de Kikusui, de la Universidad de Azabu (Japón), son sorprendentes: cuanto más se miraban a los ojos los perros y sus dueños, más oxitocina producían sus cerebros. A continuación repitieron el experimento con lobos criados a biberón, pero la hormona no aumentaba.
Los científicos fueron todavía más allá. En un tercer experimento, rociaron oxitocina en el hocico de algunos perros y los volvieron a meter en una habitación con su dueño y dos personas desconocidas. En los videos, puede verse cómo algunas mascotas se quedaban congeladas mirando los ojos de sus dueños, que a su vez producían más oxitocina, en una cantidad correlacionada con la de sus animales.
"Estos resultados respaldan la existencia de un bucle de oxitocina que se autoperpetúa en la relación entre humanos y perros, de una manera similar a como ocurre con una madre humana y su hijo", sostiene el equipo de Kikusui, que publica sus conclusiones en la tapa de Science.
Durante el proceso de domesticación, a lo largo de miles de años, los perros habrían evolucionado para imitar un comportamiento, la mirada de los niños, que provocaba recompensas y mimos. "El alma que hablar puede con los ojos también puede besar con la mirada", recitaba el poeta Gustavo Adolfo Bécquer. Kikusui dice lo mismo, pero de los perros y sus dueños.
Los resultados apoyan las terapias con perros para personas con autismo o trastorno de estrés postraumático, dos patologías en las que se está empleando la oxitocina como tratamiento experimental.
"El estudio de Kikusui es impresionante, pero cualquier conclusión sobre la coevolución de este proceso es prematura -afirma el húngaro József Topál, experto en comportamiento animal de la Academia de Ciencias Húngaras-. No se puede excluir la hipótesis de que este bucle de oxitocina que se autoperpetúa pueda existir entre las personas y cualquier otro animal, siempre que el animal presente comportamientos afiliativos socialmente relevantes, como la tendencia de mirar a los humanos."
. Por   |  LA NACION
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CIENCIA

Color Sinestesia
La sinestesia es una curiosa combinación mental automática de varios sentidos y percepciones, como pueden ser la vista y el oído, o el gusto y la vista. En cierto modo es como un «superpoder» de cerebros superconectados: hay personas que pueden «ver» colores cuando escuchan diversos tonos musicales o asignar sonidos o colores a las distintas letras y números.
Para mi amiga Sara, por ejemplo, los números son de colores: el dígito 0 es blanco, el 1 es azul, el 3 es rojo, el 4 granate, el 5 amarillo, el 6 verde, el 7 marrón, el 8 negro y el 9 rojo. Ella puede incluso ver borrosos los números, pero los colores destacan sobremanera (de hecho más que «ver un color» se suele explicar como «experimentar la sensación de color»). También puede identificarlos más rápidamente que una persona que los vea todos en negro-sobre-blanco. Incluso la combinación 10 es distinta de 1-0, igual que para algunos otros números de dos dígitos especiales… Según explica, para ella los colores de los números se experimentan exactamente igual que los de verdad y se le hace difícil imaginar cómo los vemos los demás en «blanco y negro».
Con las letras sucede otro tanto: tal y como explican en un artículo de Discovery Magazine (The ABCs of Alphabet-Magnet Synesthesia) distintas personas ven diferentes colores para las letras del alfabeto.
No está muy claro por qué sucede todo esto, pero sí se sabe que no toda la gente con esta curiosa capacidad ve los mismos colores. Alguien se entretuvo en entrevistar a miles de ellos para encontrar un patrón, como puede verse en la imagen (la parte inferior muestra el «color promedio»): para la mayor parte de la gente la A es roja, la B azul, la C amarilla…
Pero más raro todavía es que casi en un 6 por ciento de casos (para gente nacida entre 1970 y 1985) los alfabetos coincidan con cierto alfabeto de imanes de nevera para niños fabricado por Fisher-Price. Dicen que ese porcentaje es algo «raro e improbable», sugiriendo que estar expuesto a esas letras durante el aprendizaje puede haber tenido que ver con los efectos de la sinestesia.
Y una última curiosidad: para algunas de estas personas si se dibuja por ejemplo una P que ven granate y se le añade el «rabito» para formar la R que ven roja, lo que sucede es que mientras se traza la línea el color se transforma«mágicamente» Alguien con sinestesia explicaba la fascinación que sentía de pequeño al ver letras y números cambiar de color de esta forma, sin que hubiera una explicación para ello – pero suponiendo que todo el mundo lo veía igual, claro. Obviamente se sorprendían cuando al crecer alguien les explicaba que la mayor parte de la gente ve los colores en aburridos tonos monocromáticos.


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