“Los temas que trata LA IDEA DE DIOS son atemporales, por lo tanto, Ud. puede ver los más antiguos, como los últimos, porque tienen la misma enseñanza”.

NUESTRAS REUNIONES MENSUALES

PARA REALIZAR EL CURSO DE HUMANIDADES DICTADO POR DANIEL BARUC: SE PUEDE HACER GRATUITAMENTE CONCURRIENDO AL AULA DE LA CIUDAD DE ROSARIO. O POR INTERNET ABONANDO $ 140 MENSUALES EN ARGENTINA, O U$S 40 PARA EL EXTERIOR. OBTENER EL PROGRAMA DE ESTUDIO PARA LOS 4 AÑOS, INGRESANDO A : laideadedios@gmail.com , Y SOLICITANDO SU ENVÍO. PARA INSCRIBIRSE, LO PUEDE HACER ENVIANDO UN MAIL A: danielcesarbarucmoran@gmail.com O LLAMANDO AL: 0341-4216609- , O AL 0341-153560085 ======================================================= ======================================================= Recordamos que todos los últimos martes de cada mes el grupo CONFIDENCIAS se reúne a partir de las 19:00 hs. en el bar LOGAN, SAN MARTÍN 517 , para aprender, charlar, opinar y fundamentalmente conocernos, todo sin compromiso alguno y en un ámbito totalmente amigable.

lunes, 28 de abril de 2014

La envidia

 
La envidia es un fenómeno psicológico muy común que hace sufrir enormemente a muchas personas. Tanto a los envidiosos como a sus víctimas. Puede ser leve o intensa, simple o compleja, consciente o inconsciente, explícita o involucrada secretamente en algunos síntomas neuróticos... No hay envidia "sana". La envidia es siempre un doloroso sentimiento de frustración por algún déficit que otras personas supuestamente no tienen, y contra las que, por ello, se experimenta consciente o inconscientemente una gran hostilidad. ¿Por qué?
 
El envidioso es un insatisfecho que, con frecuencia, no sabe que lo es. Por ello siente secretamente mucho rencor contra las personas que poseen algo (belleza, dinero, sexo, éxito, poder, libertad, amor, personalidad, experiencia, felicidad...) que él también desea pero no puede o no quiere desarrollar. Así, en vez de aceptar sus carencias o realizar sus deseos, el envidioso simplemente odia y desearía "destruir" a toda persona que, como un espejo, le recuerda su privación. La envidia es, en otras palabras, la rabia vengadora de quien, en vez de luchar por sus anhelos, prefiere eliminar la competencia. Por eso la envidia es una defensa típica de las personas más débiles en cualquier sentido.
 
La envidia forma parte también de esa otra defensa neurótica, el narcisismo, desde la cual el sujeto experimenta un ansia infatigable de destacar, ser el centro de atención, lograr valoración en toda circunstancia. Por eso muchas personas se sienten continuamente amenazadas y angustiadas por los éxitos, la vida y la felicidad de los demás y, atormentadas por la envidia, viven en perpetua competencia contra todo el mundo. No es ya que los demás tengan cosas que el envidioso desea;  ¡es que las desea precisamente porque los demás las tienen! El envidioso es un niño inmaduro. Y su sufrimiento condiciona enormemente su personalidad, su estilo de vida y su felicidad.
 
La Envidia
 
Las formas de expresión de la envidia son innumerables. Por ejemplo: críticas, murmuración, injurias, desdén, rechazo, agresión, dominio, represión, humor negro, rivalidad, difamación, venganza... A escala individual, la envidia suele formar parte de muchos trastornos psicológicos (p.ej., algunos complejos, ansiedades, depresiones, malos tratos...). En las relaciones personales, familiares y de pareja, está involucrada en muchos conflictos y rupturas. En lo sociopolítico, su influencia es determinante. Por ejemplo, la envidia masculina del poder sexual, emocional y procreador de las mujeres alimenta el machismo.
 
La envidia de la fuerza y despreocupación del varón nutre el feminismo. La envidia de los pobres estimula la protesta social. La envidia de los ricos fomenta sus luchas intestinas. La envidia de los vanidosos sostiene las artes y espectáculos. La envidia de las mujeres robustece el colosal negocio de la belleza y las modas. La envidia de los hombres excita su competitividad y sus negocios. La envidia sexual es el combustible del morbo y la pornografía. La envidia económica desenfrena el motor consumista... Etcétera. 
 
No hay que confundir la envidia con los celos, que son cosas muy distintas. La envidia desearía destruir al objeto-espejo. Los celos, en cambio, desean conservar a toda costa el afecto del otro/a. No obstante, ambos sentimientos pueden ir juntos a veces. Por ejemplo, en los casos de infidelidad amorosa, algunas personas agreden a su pareja infiel no sólo por el dolor de los celos ("agresión-castigo"), sino también por su secreta envidia... ¡pues también el engañado/a deseaba ser infiel sin atreverse a ello! Etcétera.
 
El odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida (Papa Francisco)
 
En suma, cuanto más infantil, neurótica o insatisfecha es una persona, tanto más envidiosa resultará necesariamente. La envidia sólo se cura madurando la personalidad y resolviendo las propias carencias.
La persona madura no envidia a nadie.
 
 
© JOSÉ LUIS CANO GIL
Psicoterapeuta y Escritor
http://www.psicodinamicajlc.com/articulos/jlc/020.html#.U17n776PPzZ